17 / 02 / 2025

Recomendaciones para convivir con la rizartrosis

Dos de cada tres mayores de 65 años sufren la degeneración de la articulación que une el dedo pulgar a la muñeca, según la Sociedad Española de Reumatología Pamplona, 17 de Febrero de 2025

Pamplona, 17 de febrero de 2025-. Según la Sociedad Española de Reumatología (SER), dosde cada tres personas mayores de 65 años sufren rizartrosis, un tipo de artrosis que afecta a la raíz del dedo pulgar de la mano. Como subraya el doctor Julio Maset, médico de Cinfa, “aunque la rizartrosis afecta únicamente al pulgar, al ser el dedo que hace posible el gesto de “pinza” de la mano, puede dificultar o impedir llevar a cabo gestos tan cotidianos como asir un objeto o abrir un bote; es decir, puede mermar seriamente la capacidad de manipular objetos con la mano y por tanto, de realizar multitud de acciones del día a día”.

La rizartrosis se produce porque, con el paso de los años, la articulación que une el dedo pulgar con la muñeca se degenera. Ello lleva a que surjan síntomas como el dolor, la rigidez o la limitación del movimiento, que entorpecen o imposibilitan la realización de actividades en las que participe el pulgar como pellizcar, sujetar objetos o llevar a cabo el gesto de pinza lateral.

Se trata de una afección más frecuente en mujeres que ya han llegado a la menopausia o en quienes han desempeñado trabajos manuales de manera prolongada en el tiempo. En la actualidad, existe otro factor de riesgo: el uso abusivo de las nuevas tecnologías, que puede causar lesiones por movimientos repetitivos al utilizar de forma continuada un ratón o una pantalla táctil.

Como explica al respecto el experto de Cinfa, “en teclados táctiles, como los de los smartphones, los movimientos son repetitivos y prolongados, lo que puede provocar inflamación en la zona —principalmente, de los dedos pulgar e índice—, afectación de los tendones y dolor en la mano. Por otra parte, mientras se usan estos dispositivos, la atención se focaliza en la actividad que se está realizando y se inhiben involuntariamente los mecanismos de alerta y dolor, lo que impide a la persona detectar el malestar que le genera ese uso continuado del dispositivo hasta que se relaja o finaliza la actividad”.

Destrucción y deformidad de la articulación

Cuanto más avanza la rizartrosis, más fuerza pierde el dedo y mayor es la destrucción y deformidad de la articulación. En consecuencia, como añade el doctor Julio Maset, “movimientos que hemos hecho durante toda la vida sin apenas darnos cuenta empiezan a resultarnos muy difíciles o imposibles de completar. Se puede llegar al punto de no ser capaz de desabrocharse los botones, escribir durante varios minutos, escurrir una bayeta, abrir un bote, cortar con tijeras o tender la ropa usando pinzas. Además, la repetición de estos gestos al llevar a cabo tareas tan cotidianas como preparar la comida o vestirnos y desvestirnos puede agravar los síntomas”.

Aunque la cirugía puede dar buenos resultados si fuera necesaria, el tratamiento de esta enfermedad degenerativa se basa en aliviar el dolor y frenar parcialmente su avance mediante fármacos, siempre bajo prescripción médica. Igualmente, puede recurrirse al uso de muñequeras, órtesis y férulas para ayudar a descansar la articulación y existen programas de ejercicios que potencian la musculatura de la mano y su movilidad.

“Es importante detectar la rizartrosis lo antes posible, ya que suele avanzar lentamente y en brotes.  Por otro lado, la persona afectada no debe olvidar que es posible convertir su día a día en un tratamiento para su enfermedad o, por lo menos, para ayudar a controlar los síntomas”, afirma el experto de Cinfa. Para ello, “debe identificar las actividades y gestos que mayor dolor le provocan y modificarlos o adaptarlos en lo posible. Por ejemplo, usar cubiertos y utensilios de cocina de materiales ligeros o hacer la compra con carrito. Y, por supuesto, deberá revisar y, si fuera necesario, regular su uso diario de las nuevas tecnologías”, afirma el experto de Cinfa.

10 claves para mejorar el día a día con rizartrosis:

  1. Elige utensilios con una forma y peso apropiados. Por ejemplo, un cuchillo con un mango más grueso resulta más fácil de sujetar y controlar. También suele ser más sencillo escribir con un bolígrafo con punta de bola, que reduce la fricción entre el boli y el papel. Y las tareas en la cocina serán más fáciles si disponemos de ollas, cazos y cubiertos de aluminio o plástico, pues su ligereza nos permitirá manejarlos más fácilmente.
  2. Utiliza aparatos eléctricos en la cocina. En las tareas que impliquen el uso intensivo del pulgar, puedes ayudarte de electrodomésticos como el exprimidor, el pelador, la batidora o el abrelatas. Y en lugar de fregar, puedes emplear el lavavajillas.
  3. Libera las manos siempre que sea posible. Los expertos aconsejan no aguantar mucho peso con las manos si sufres rizartrosis, por lo que un carrito o una bolsa que pueda colgarse del hombro son una buena opción para hacer la compra o transportar las cosas.
  4. Evita forzar el pulgar. Al llevar una maleta, es mejor que tires de ella con los cuatro dedos, no solo con el pulgar. Evita también realizar movimientos repetitivos con este dedo durante largos periodos de tiempo como coser, escribir, cortar alimentos, así como usar en exceso o de manera prolongada dispositivos como el ratón del ordenador o tu smartphone.
  5. Sigue un programa de ejercicios personalizado. Estos deben estar siempre adecuados a tu diagnóstico y al grado de tu lesión. En las fases iniciales de la rizartrosis, serán de potenciación y de fuerza, como flexionar y extender los dedos sobre una mesa o mover el pulgar haciendo círculos grandes. En las fases más avanzadas, conviene hacer ejercicios activos suaves.
  6. Aprovecha lo que te rodea para ejercitar tus dedos. Puedes sacar partido a objetos de tu entorno cotidiano para practicar ese tipo de ejercicios que mejorarán la movilidad de los dedos: encender un mechero, sacar monedas de un monedero, pulverizar un espray, enroscar y desenroscar tapas de diferentes tamaños, rodar, botar o lanzar una pelota, teclear en el ordenador o dibujar, etc.
  7. Relaja tus manos en agua caliente. Este hábito puede ayudarte a reducir el dolor y la rigidez. También se aconsejan los baños de contraste (alternando agua fría con agua caliente) o aplicar hielo (nunca directamente, sino, por ejemplo, envuelto en un paño o toalla). Tu médico o fisioterapeuta te indicará lo más adecuado en función de tu caso.
  8. Consulta al farmacéutico sobre el uso de elementos de ayuda. Por ejemplo, las muñequeras textiles —siempre que inmovilicen también la articulación que une el pulgar con la muñeca— absorben los constantes micromovimientos que se realizan durante el día de manera inconsciente. También permiten realizar actividades cotidianas que impliquen gestos repetitivos o forzados de garra y pinza manual. Durante las fases de mayor dolor, puede ser útil el empleo de férulas de reposo por las noches.
  9. Valora el uso de antiinflamatorios o analgésicos cuando sea necesario. Siguiendo siempre las pautas de tu médico, cuando tengas días de más dolor o vayas a necesitar usar las manos más de lo habitual, puede ser recomendable recurrir a este tipo de fármacos.
  10. Acude a tu médico si tienes síntomas en el dedo pulgar. Si aún no tienes el diagnóstico, pero notas en el dedo pulgar dolor continuo o que evoluciona a más al realizar movimientos cotidianos; si presentas rigidez, inflamación o incluso deformidad de la articulación y si, además, eres mayor de 60 años o has realizado trabajo manual durante tu vida, acude a tu médico. Un diagnóstico precoz ayuda a controlar los síntomas y la evolución de la rizartrosis.

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Como explica Julio Maset, médico de Cinfa, “aunque afecta a un único dedo, esta afección puede impedir gestos tan cotidianos como asir un objeto o abrir un bote”
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